Podemos
entender el concepto de socialización como el aprendizaje constante
al que debe
someterse
todo ser humano para conocer las costumbres, normas básicas y
tradiciones de la
sociedad
que le rodea y hacer, así, posible la inclusión de dicho individuo
en el medio del que forma
parte.
Hablamos
de adquirir unos hábitos socioculturales básicos que nos permitirán
llegar a formar parte
de
la cultura y sociedad que nos rodea, adoptando los elementos propios
de ésta e integrándolos en
nuestra
personalidad.
A
diferencia del resto de animales, el ser humano responde a un cierto
nivel cultural mediante el
cual
se desvincula de la faceta biológica y es capaz de reprimir, en
cierto grado, algunos de sus
instintos
más primitivos para, a través del proceso de socialización y del
uso de la razón, integrarse
en
la sociedad que le rodea y lograr una convivencia afín con sus
semejantes.
Del
mismo modo que el ser humano, por naturaleza, experimenta una
evolución gradual en el
desarrollo
de su persona, nos es fácil también diferenciar las distintas fases
de socialización que
todo
individuo debe experimentar a lo largo de su vida. Estas fases o
etapas evolutivas del proceso
social
que nos disponemos a comentar deben ser estudiadas y analizadas de
forma independiente,
dado
que cada una de ellas afecta o tiene lugar a una determinada edad o
fase en el crecimiento del
individuo.
A
medida que la persona crece y, con ella, se desarrollan sus
habilidades, también se produce un
crecimiento
a nivel social que marcará el grado de adquisición e
interiorización de las habilidades,
creencias,
normas y costumbres del medio sociocultural al que permanentemente
está expuesto el
individuo.
Dichas fases se conocen como socialización primaria, socialización
secundaria y socialización terciaria.
La
socialización primaria tiene lugar durante la infancia. Constituye
el proceso en el que se
interiorizan
los elementos más importantes de la sociedad. De este modo, el niño
adquiere las
capacidades
intelectuales y sociales idóneas que le serán necesarias para
configurar su identidad.
Debemos
destacar que esta fase es ciertamente imprescindible para que el
individuo en cuestión
pueda
desarrollar posteriormente una vida social normal, ya que la ausencia
de esta etapa
socializadora
se traduciría en retrasos físicos e intelectuales y trastornos
emocionales irreversibles.
El
agente socializador más importante en esta etapa son los padres, ya
que son ellos con quienes el
niño
pasa más tiempo y, en consecuencia, con quien adquiere los primeros
conocimientos acerca de
la
realidad que le rodea.
los
valores y normas fundamentales de la sociedad en la que vive. La
adquisición de estos es
fundamental
para determinar la conducta que el sujeto en cuestión adoptará en
la edad adulta.
Esta
fase de socialización tiene lugar durante el tiempo en el que el
niño crece, por lo tanto el
principal
agente socializador será la escuela, ya que es aquí donde el
pequeño pasa más tiempo.
También
puede considerarse como fundamental el papel que juegan los maestros,
pues estos son los
principales
referentes del niño.
Por
último cabe destacar la socialización terciaria. Esta fase se
relaciona con la transculturalización
y
la integración en sociedad o sistemas de referencia distintos a los
aprendidos con anterioridad.
Como
agentes socializadores podemos resaltar los medios de comunicación
así como las ideologías
que
tomará el individuo o incluso la religión. Son elementos que
marcarán el carácter y personalidad
del individuo probablemente durante el resto de su vida.
Por: Cristina dlc. ¡SEGUIMOS!
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